Agujeros en el tiempo
Acabo de obtener el título en antropología cultural. La
Universidad de Nueva York me brindó la oportunidad de hacerlo al concederme una
beca por mis buenos resultados en el equipo de baloncesto.
Llego en vuelo directo desde Nueva York. El aeropuerto Valek
situado al noreste de la ciudad de Norilsk está desierto y la nieve y el cielo
cubierto son la eterna panorámica en estas latitudes.
Decidí viajar a Norilsk para conocer a mis padres biológicos.
Nacieron en la pequeña aldea de Kayerkan, situada a veinte kilómetros al oeste de
esta ciudad. Para poder comunicarme con ellos, mis padres me hicieron aprender
ruso. No he tenido la oportunidad de conocerlos. Hasta hace unos años recibía
sus cartas, pero sorprendentemente dejaron de escribirme. Mis padres adoptivos
siempre me han hablado de ellos. De los recuerdos que tienen de cuando fueron a
buscarme. De cómo lloraba mi madre y de lo triste que estaba mi padre.
Utilizo el transporte público. Actualmente Kayerkan ha sido
absorbida por Norilsk. El autobús me ha dejado en el centro de Kayerkan. Me
dirijo a la dirección de la casa que figuraba en los remites de las cartas.
Llamo a la puerta y nadie responde. Pregunto a los vecinos y me comentan que
hace años que abandonaron la casa. Deambulo por las calles, estoy perdido. Se
me ocurre preguntar en una comisaría.
-Tus padres abandonaron Kayerkan hace tres años y se
dirigieron a Moscú. No tenían a nadie y solicitaron una ayuda al gobierno, que
les concedió la estancia en una residencia para personas mayores en Moscú. Pero
podemos facilitarle la llave de su casa. Todo está como cuando ellos vivían en
ella.
Introduzco la llave en la cerradura. Un aroma agradable
llega desde la cocina. Hay unas escaleras a la izquierda, a la derecha un
pequeño recibidor. Me cuesta mucho invadir esta atmósfera. Al fondo del pasillo
se ve la cocina. Avanzo despacio.
Entro en la cocina.
-Hola hijo.
Qué alegría de verte. Hemos estados esperando tu visita. ¡Te hemos
echado tanto de menos!
Una anciana sentada en la mesa, con una sonrisa de
agradecimiento y una mirada dulce hace el ademán de levantarse. Todo es tan
real que pienso que la policía está equivocada y que ellos están aquí.
Sin decir nada, pero con la emoción en los ojos y un nudo en
la garganta, la abracé. La estuve abrazando durante mucho tiempo.
Desde las habitaciones de arriba se oye una voz.
-Lena,
¿quién ha venido?
-Tu hijo.
-Es tu
padre. Está arriba. ¡Tiene tantas ganas de verte!
Un hombre muy mayor, derrotado por el tiempo, ocupa el
umbral de la puerta. Con ojos llorosos se acerca despacio. Me abraza y rompe a
llorar.
Después de un buen rato en el que disfrutamos contándonos
nuestras vidas, fui a la comisaría a aclarar la situación.
Cuando les comenté que mis padres estaban allí, ellos me
dijeron:
-No es posible. La casa está abandonada desde hace años.
Un policía me acompañó y cuando abrimos la puerta, un olor a
humedad invadía la oscura estancia. El suelo de madera, carcomido, crujía bajo
nuestros pies y las ventanas cerradas apenas permitían ver, al fondo, la cocina.
Después de aquella experiencia supe que mis padres habían
muerto a poco tiempo de llegar a la residencia, solos.
Time Holes
I just got
the degree in cultural anthropology. The University of New York gave me the
opportunity to do so by awarding me a scholarship for my good results on the
basketball team.
I arrive on
direct flights from New York. The airport located in the city of Norilsk is
deserted and the snow and the sky covered are the eternal panorama in these
latitudes.
I decided
to travel to Norilsk to meet my biological parents. They were born in the small
village of Kayerkan, located twenty kilometers west of this city. In order to
communicate with them, my parents made me learn Russian. I have not had a
chance to meet them. Until a few years ago I received their letters, but
surprisingly they stopped writing to me. My adoptive parents have always told
me about them. Of the memories they have of when they went to search me. How my
mother cried and how sad my father was.
I use
public transport. Currently Kayerkan has been absorbed by Norilsk. The bus has
left me in the center of Kayerkan. I go to the address of the house written on
the back of the letter envelope. I knock on the door and no one answers. I ask the
neighbors and they tell me that years ago they left the house. I wander the
streets, I'm lost. It occurs to me to ask at a police station.
"Your
parents left Kayerkan three years ago and headed to Moscow. They were alone and
asked for help from the government, which granted them the stay in a residence
for seniors in Moscow. But we can give you the key to their house. The house is
as when they lived in it.”
I insert
the key into the lock. A pleasant aroma comes from the kitchen. There are
stairs to the left, to the right a small hall. I have a hard time invading this
atmosphere. At the end of the corridor I can see the kitchen. I move slowly.
I go into the kitchen.
"Hello
son. What a joy to see you. We have been waiting for your visit. We've missed
you so much!”
An old
woman sitting at the table with a smile of thanks and a sweet look makes the
gesture of getting up. Everything is so real that I think the police are wrong
and that they are here.
Without
saying anything, but with the emotion in my eyes and a lump in my throat, I hug
her. I've been hugging her for a long time.
I hear a
voice coming from upstairs rooms.
"Lena,
who has come?"
"Your
son."
"He is
your father. He's upstairs. He is so eager to see you!"
A very old
man, defeated by time, occupies the threshold of the door. With watery eyes
he's slowly approaching. He hugs me and breaks down to tears.
After a
long time in which we enjoyed talking about our lives, I went to the police
station to clarify the situation.
When I told
them that my parents were there, they told me:
“It's not
possible. The house has been abandoned for years.”
A policeman
accompanied me, and when I opened the door, a musty odor invaded the dark room.
The wood floor, rotten, creaked beneath our feet, and the closed windows only
hardly allowed us to see the dark kitchen to the background.
After that
experience I was told that my parents had died shortly after arriving at the
residence, and they were alone.