Piedad Piety
Piedad Imploró piedad, pero no obtuvo respuesta. Había caído al suelo, desarmado, y el cruzado se disponía a seccionar su garganta con una espada cuyo puño llevaba incrustadas piedras de color esmeralda. También pudo ver la angustia en el rostro del cruzado, su mano temblorosa y la decisión de acabar con su vida. Con la intensidad que precede al momento de entregarse a la muerte, imaginó otras vidas, otros destinos, pero tuvo la certeza de que había llenado su vida con lo mejor. Nada podría ser comparable a la experiencia de su existencia. El cruzado blandió su espada y lo que parecía que para el condenado iba a ser un instante, se convirtió en una fugaz peregrinación por todas las etapas de su vida. Pero un episodio brillaba entre todos ellos. Alysha. Pensó en Alysha y dos lágrimas subieron a sus ojos. Nada importaba ya excepto Alysha. Ese era el verdadero sacrificio. Lejos quedaba la idea de conquistar Jerusalén, de expulsar a los infieles de los lugares santos, de rez...