The Diary
On my sixteenth birthday someone gifted me a diary. Bright
blue pastes and in the center the image of the constellation Orion. When I
opened it, a strange dedication surprised me: "So you can control the
time." At that moment I interpreted the word "control" in the
sense of organizing my time.
I took writing the diary seriously and for a little over two
years I was recording on its pages everything that happened to me and what I
thought and felt for the people around me. A sad event made me stop writing and
the diary was left in the bargueño desk of an old cabinet for many years.
Back from a strange trip to the East, without knowing it, I
began to remove all the things from that bargueño desk, and among them the
diary, with its bright blue covers. I opened it to the page where I had left a
mark and read what I had written many years before: “Today is the most dire day
of my life. Due to my recklessness, my friend Sharon has suffered a serious
accident ”. I felt again that feeling of guilt that I had forgotten. Tears came
to my eyes. I turned to the last page and read: "Sharon is in a wheelchair
and she will never recover."
Without knowing why, it occurred to me to delete the content
of those pages.
I hardly remember anything about my life since I stopped
writing on that diary.
I don't know how I have got to this moment, but now Sharon
is my wife and she doesn't remember anything about an accident.
In the diary the last pages I wrote are blank. Now I
understand the phrase of the dedication.
El diario
El día de mi decimosexto cumpleaños alguien me regaló un
diario. Unas pastas de color azul brillante y en el centro la imagen de la constelación
de Orión. Cuando lo abrí, una dedicatoria extraña me sorprendió: “Para que
puedas controlar el tiempo”. En aquel instante interpreté la palabra “controlar”
en el sentido de organizar mi tiempo.
Me tomé en serio lo de escribir el diario y durante algo más
de seis meses estuve plasmando en sus página todo lo que me sucedía y lo que
pensaba y sentía por las personas que me rodeaban. Un hecho luctuoso me hizo
dejar de escribir y el diario quedó abandonado en el cajón de un viejo bargueño
durante unos cuantos años.
De vuelta de un extraño viaje a Oriente, sin saberlo, empecé
a sacar todas las cosas de aquel bargueño, y entre ellas el diario, con sus
brillantes tapas azules. Lo abrí por el lugar en el que había dejado una marca y
leí lo que había escrito muchos años antes: “hoy es el día más nefasto de mi
vida. Debido a mi imprudencia, mi amiga Sharon ha sufrido un grave accidente”. Volví
a experimentar aquella sensación de culpa que había olvidado. Las lágrimas
asomaron a mis ojos. Pasé a la última página
y leí: “Sharon está en una silla de ruedas y no se recuperará nunca”.
Sin saber por qué, se me ocurrió borrar el contenido de aquellas
páginas.
Apenas recuerdo nada de mi vida desde que dejé de escribir
en el diario. No sé cómo he llegado hasta aquí, pero ahora Sharon es mi mujer y
no recuerda nada de ningún accidente.
En el diario las últimas páginas que escribí están en
blanco. Ahora comprendo la frase de la dedicatoria.