The Cathedral
As a child, he had visited the cathedral with his parents.
He was so impressed by that imposing space, the weak illumination of enormous
blue candles and the endless elevation of the immense columns that he was
certain that when he was older he would live there. He knew that that imposing
black marble building would belong to him. Now, as bishop, was he entering that
monument with the certainty that he would accompany it for the rest of his
life, and that he would be buried there.
His father had directed the construction of the cathedral
many years before, and knew all the secrets of its structure. When he was
little, he fed his imagination by talking to him about the hidden rooms, the
endless corridors beneath the floor, and the strange circumstances in which the
best stonemason died. Now all that belonged to him.
One night, when the city was sleeping, he climbed into the
dome and faced a small door. His father had warned him never to open it. With
infinite curiosity, and at the same time feeling a great fear, he put the key
in the lock and turned it several times. The door opened inviting him in. He
hesitated for a moment and finally decided to take a step into the unknown. The
door closed violently behind him and a voice from beyond welcomed him.
"Your father told you not to come to hell. But you
didn't listen to him. I am the stonecutter and I have been waiting for your
visit for many years. Now, you will take my place here and I will be able to
free myself from this prison in which your father confined me when I worked for
him. Here ends your life and your dreams."
The faithful of the Church never knew how and why their
bishop had disappeared.
La catedral
Siendo un niño, había visitado la catedral con sus padres. Le
produjo tal impresión aquel imponente espacio, la débil iluminación de enormes
cirios azules y la interminable elevación de las inmensas columnas, que tuvo la
certeza de que cuando fuera mayor viviría allí. Supo que aquel imponente
edificio de mármol negro sería suyo. Ahora, como obispo, entraba en aquel monumento
teniendo la seguridad de que lo acompañaría durante el resto de su vida, y que
sería enterrado allí.
Su padre había dirigido las obras de construcción de la
catedral muchos años atrás, y conocía todos los secretos de su estructura. Cuando
era pequeño, alimentaba su imaginación hablándole de las estancias ocultas, de
los pasillos interminables bajo su suelo, y de las extrañas circunstancias en
las que murió el cantero mayor. Ahora, todo aquello le pertenecía.
Una noche, cuando la ciudad dormía, subió a la cúpula y se
enfrentó a una pequeña puerta. Su padre le había advertido que nunca la abriera.
Con infinita curiosidad, y al mismo tiempo sintiendo un miedo cerval, introdujo
la llave en la cerradura y la giró varias vueltas. La puerta se abrió
invitándolo a entrar. Dudó durante un momento y finalmente decidió dar un paso hacia
lo desconocido. La puerta se cerró violentamente tras él y una voz de
ultratumba le dio la bienvenida.
-Ya te dijo tu padre que no vinieras al infierno. Pero tú no
le hiciste caso. Soy el cantero mayor y llevo esperando tu visita muchos años. Ahora,
tú ocuparás mi lugar aquí y yo podré liberarme de este calvario en el que me
confinó tu padre cuando trabajaba para el. Aquí termina tu vida y tus sueños.
Los fieles de la Iglesia no supieron nunca cómo su obispo
había desaparecido.