Chains
I am on the black top of a promontory. Darkness. It is a
dark night and the Moon is hidden by white, fragile, thick clouds. I begin to
hear a slight murmur that slowly becomes more perceptible. Distant flashes
accompany the macabre sound. The cold is felt in the face, in the hands, and as
the murmur becomes more present, the flashes of the torches clearly reveal a
procession of black robes, one after another, their faces hidden. The murmur is
becoming understandable in some way, they are broken phrases, they are the dark
prayers of the penitents. As they approach, the slow dragging of the chains is
distinguished, one for each sin. I try to go unnoticed, but one of the
penitents leaves the procession and comes to me. I can only see a black surface
under his thick hood and a guttural sound warns me of my future. Without
knowing how, I find myself forming part of the procession, wearing a black
habit and occupying the last place, and my hands are not able to distinguish
the features of my face. We are the penitents who have died on this day.
Cadenas
Estoy en la negra cima de un promontorio. Oscuridad. Es una
noche cerrada y la Luna está oculta por unas nubes blancas, frágiles, espesas. Empiezo
a oír un ligero murmullo que lentamente se va haciendo más perceptible. Unos
lejanos destellos acompañan al macabro sonido. El frío se deja sentir en el
rostro, en las manos, y a medida que el murmullo se hace más presente, los
destellos de las antorchas dejan ver claramente una procesión de negros
hábitos, uno tras otro, ocultos los rostros. El murmullo va tornándose
comprensible de alguna manera, son frases entrecortadas, son las oscuras oraciones
de los penitentes. A medida que se acercan se distingue el lento arrastrar de
las cadenas, una por cada pecado. Intento pasar desapercibido, pero uno de los
penitentes abandona la procesión y se dirige a mí. Solo puedo ver el negro
dentro de su espesa capucha y un sonido gutural me advierte de mi futuro. Sin saber
cómo, me encuentro formando parte de la procesión, con un hábito negro y
ocupando el último lugar y mis manos no aciertan a distinguir las facciones de
mi rostro. Somos los penitentes muertos en la jornada.