Friday, September 29, 2017

Gobdrum el sabio Gobdrum the Wise

Gobdrum el sabio

Un aprendiz de sabio visitó a Gobdrum para preguntarle cuáles eran los secretos de la sabiduría. Gobdrum vivía en una cueva, un obscuro lugar que muy frecuentemente visitaban los seres del bosque. Vestía una túnica por todo ropaje y sus largos cabellos blancos contrastaban con la obscuridad de su piel. El mago, libre de todas las debilidades humanas, se dedicaba a responder a las preguntas de todo aquel que le visitaba.
El aprendiz se acercó con temor al maestro. Los ojos de una lechuza brillaban en la oscuridad y el aprendiz pensó que aquellos ojos le estaban leyendo el pensamiento. Gobdrum le preguntó:
-¿Quién eres?
-Soy Sandrge, el hijo menor del herrero.
-¿Qué quieres saber?
-¿Cuáles son los secretos para alcanzar la sabiduría?
-Son tres: humildad, prudencia y amor al conocimiento.
-Maestro, ¿cómo puedo llegar a ser humilde?
La lechuza miraba fijamente a Sandrge, que de pronto notó un golpe sobre su espalda. Un sapo enorme se aferraba a sus hombros, sacaba su larga lengua y lamía la nuca del aprendiz.
Sandrge gritó desesperadamente y se agitó con fuerza para deshacerse del sapo.
-Tú nunca vas a ser sabio. Nurseley, el sapo, nos acaba de sacar de dudas. Ya te puedes marchar. Lo siento. Para los animales del bosque no hay nada oculto, son los que dirigen el Universo. Te diré además que estos animales han sido alguna vez seres humanos y tienen la experiencia de milenios.
Sandrge salió de la cueva sin dar crédito a lo que le había sucedido. Incapaz de asimilarlo, volvió a entrar y… sorprendentemente la cueva estaba vacía. Nadie había allí para recibirlo, ni a juzgar por el estado de la cueva, nadie la había habitado antes.



Gobdrum the Wise

An apprentice of sage visited Gobdrum to ask him what were the secrets of wisdom. Gobdrum lived in a cave, an obscure place that very frequently was visited by the beings of the forest. A tunic was the only clothes he wore, and his long white hair contrasted with the darkness of his skin. The magician, free from all human weaknesses, was dedicated to answering the questions of everybody that visited him.
The apprentice of sage approached with fear to the master. The eyes of an owl shone in the darkness and he thought those eyes were reading his thought. Gobdrum asked him:
“Who are you?”
“I am Sandrge the youngest son of the blacksmith.”
“What do you want to know”?
“What are the secrets to achieving wisdom?”
“There are three: humility, prudence and love of knowledge.”
“Master, how can I become humble?”
The owl stared at Sandrge, who suddenly felt a blow on her back. A huge toad clung to his shoulders, pulled out his long tongue and licked the nape of the apprentice.
Sandrge screamed desperately and wriggled hard to get rid of the toad.
"You'll never be to sage. Nurseley, the toad, just got us out of doubt. You can go away now I am sorry. For the animals of the forest there is nothing hidden, they are that direct the Universe. I will also tell you that these animals have once been human beings and have the experience of millennia."

Sandrge left the cave without giving credit to what had happened. Unable to assimilate it, he re-entered and ... surprisingly the cave was empty. No one was there to receive it, and judging by the state of the cave, no one had ever been there.

El humo y el olvido - Smoke and Oblivion

El humo y el olvido

Pasear era una de sus actividades favoritas. Aprendió a observar sin prisa, acariciando las cosas con la mirada, concediéndoles todo el tiempo del mundo. Le gustaba perderse por caminos solitarios, en los que desaparecía la distancia entre él y lo que le rodeaba. Los atardeceres le ayudaron a aprender a amar los tonos azulados y rosa de las nubes cuando se acercaba la hora bruja, la hora en la que solo se distinguen siluetas y el sol se despide en un descuido silencioso y amable. Aprendió a estar solo, algo casi tan difícil como aprender a vivir. Era extremadamente sensible y delicado. Ese era el principal motivo por el que su padre no llegó a quererle nunca.
Se olvidó de que, a veces, muy de tarde en tarde, su cuerpo se negaba a acompañarle. Tenía ausencias. Y en uno de sus placenteros paseos, sus piernas se negaron a continuar sosteniéndole. La vereda por la que transcurrían sus pasos recibió su inerte cuerpo con la extraña sorpresa de lo inesperado. Era un atardecer silencioso, y los alegres tonos azules y rosados de las nubes adquirieron un brillo especial cuando sus ojos expectantes los contemplaban desde el suelo. No pensó en nada. Inmóvil, su frágil cuerpo paralizado dejó de existir, pero sus sentidos se mantenían más despiertos que nunca. Cuando su mente reaccionó, pensó que como el humo se desvanece, así uno deja de existir, desaparece sin dejar rastro, vivir en el olvido.
Reunió en uno todos sus pensamientos: sobrevivir. Un atisbo de esperanza vino a él en forma de recuerdo. Alguien iba a acudir esa noche a su casa. Alguien que sabía su afición por pasear por estos parajes solitarios, y existía la posibilidad de que viniera a buscarlo.
Pasaron varias horas y después de haber sucumbido al desaliento, vio a lo lejos una luz que se aproximaba. Pensó que, por esta vez, el humo y el olvido le habían concedido una tregua.





Smoke and Oblivion

Walking was one of his favorite activities. He had learned to watch without a hurry, caressing things with his eyes, granting them all the time in the world. He liked to get lost in solitary paths, in which the distance between him and his surroundings disappeared. The sunsets helped him learn to love the bluish and pink tones of the clouds as the witch hour approached, the time when only the silhouettes can be seen and the sun dismisses in a silent and gentle carelessness. He learned to be alone, something almost as difficult as learn to live. He was extremely sensitive and delicate. That was the main reason his father never loved him.
He forgot that sometimes, very rarely, his body refused to accompany him. He was absent. And in one of his pleasant walks, his legs refused to continue holding him. The path through which he walked through received his body with the surprise from the unexpected. It was a silent sunset, and the bright blue and pink tones of the clouds took on a special glow when his expecting eyes watching them from the ground. He did not think of anything. Immobile, his fragile body ceased to exist, but his senses was preserved better than ever. When his mind reacted, he thought that in the same way the smoke fades, the human being ceases to exist, disappears without a trace, living in oblivion.
He gathered all his thoughts into one: surviving. A hint of hope came to him in the form of a memory. Someone was coming to his house that night. Someone who knew his fondness for the walk on these solitary places, and there was the possibility that he could come to look for him.
Several hours passed, and after he had succumbed to discouragement, he saw in the distance a coming light. He thought that, this time, the smoke and oblivion had concede him a truce.