Sweet
Chronicles
Every
morning, my owner would take me with him to the bridge of sighs. I was feeling
safe inside my comfortable case.
It was a
sunny day and my owner was contagious me with his happiness, even though his
emaciated figure betrayed his precarious situation.
When we
arrived at the center of the bridge, he took me out of hiding and set about
performing a fragment of Bach's C minor viola concert.
He is a virtuoso.
He had
placed the case on the floor and, from time to time, someone put there a coin.
I felt sorry for him.
But
nevertheless, when he is touching my strings, sometimes with the softness of a
caress, sometimes with a singular energy, it transported us to a unique state
of ecstasy.
His soft
fingers, moving at a dizzying speed along my mast, were the balm I needed every
day to be happy.
However,
something special happened that day. As we withdrew and left the bridge, brought
his lips to the case I was in, and said to me in an almost imperceptible voice:
"I
have a secret to tell you. Some time ago, when we left the bridge, I noticed
that the bridge cry. Today he has confessed to me that he is in love with you,
and sadness makes him cry when we go away."
Crónicas dulces
Cada mañana, mi dueño me llevaba con él al puente de los
suspiros. Yo me sentía a salvo dentro de mi cómodo estuche.
Era un día soleado y mi dueño contagiaba felicidad, a pesar
de que su figura demacrada delataba su precaria situación.
Cuando llegamos al centro del puente, me sacó de mi
escondite y se dispuso a interpretar un fragmento del concierto para viola en Do
menor de Bach.
Era un virtuoso.
Había colocado el estuche en el suelo y, muy de tarde en
tarde, alguien dejaba caer una moneda. Yo sentía pena por él. Pero sin embargo,
cuando tocaba mis cuerdas, unas veces con la suavidad de una caricia, otras con
una energía singular, nos transportaba a un estado de éxtasis único.
Sus suaves dedos, moviéndose a una vertiginosa velocidad por
mi mástil, eran el bálsamo que necesitaba todos los días para ser feliz.
Sin embargo aquel día ocurrió algo especial. Cuando nos
retiramos y abandonamos el puente, él acercó sus labios al estuche y me dijo
con una voz casi imperceptible:
-Tengo que confesarte un secreto. Desde hace mucho tiempo,
cuando nos alejamos del puente, he observado que el puente llora. Hoy me ha
confesado que está enamorado de ti, y la tristeza le hace llorar cuanto nos
alejamos.