Dos extraños se encuentran en la calle.
-Buenos dÍas.
-Hola.
Un día hermoso. ¿No es así?
-Sí.
-Lo siento, pero tengo que decirte que esta noche voy a
matarte.
-¿Qué?
Te voy a matar en el concierto.
-¿Cómo lo vas a hacer?
- Voy a hacer estallar una bomba cuando termine el
concierto.
-Pero, ¿por qué vas a hacer eso?
-No puedo explicártelo, pero tengo que hacerlo. Tal vez yo
diría que este no es mi mundo. Desde muy joven nunca tuve la sensación de
pertenecer a nadie ni a nada. Mi familia tuvo que abandonar su país, sus
costumbres, sus familias, y trataron de adaptarse a un nuevo entorno. Yo no
pude hacerlo. No pude hacerlo. Ahora es demasiado tarde
Uno de los extraños, llorando, trata de convencer al otro
extraño de que hacer eso sólo traerá sufrimiento a todos. Que matar a la gente
no tiene sentido, Sin compasión el mundo será cada vez más frío, más moribundo,
más negro.
-Pero vamos a morir muchas personas. Todas nuestras familias
vivirán en un calvario, incluyendo la tuya. Muchas personas sufrirán durante
muchos años. Hermanos, hermanas, padres. Todos ellos serán condenados a vivir
en el dolor hasta que mueran. Y no estaremos allí para ayudarlos a vivir. ¿Por
qué tenemos que morir? Estoy desesperado. No te entiendo. Lucharé por vivir
hasta el último suspiro. Eso es una injusticia. Habrá muchos jóvenes inocentes
que van a morir.
El extraño, que será asesinado, se despierta sorprendido.
Ha sido una pesadilla. Esta noche irá al concierto y se lo
pasará muy bien.
Mientras tanto, el otro desconocido no ha podido dormir toda
la noche. No está preocupado. No piensa en nada. No siente nada. Como un robot,
actúa mecánicamente. El tiempo ha cesado y la única acción que le queda por
hacer es sembrar el terror.