Monday, January 3, 2022

Fatal Blow - Golpe fatal

 

Fatal Blow

One, two, three ... The tower clock began to chime to say goodbye to the year. The unusual image of the empty medieval square and poorly lit by four small torches, left a trace of discouragement in the souls that, kidnapped by the pandemic, wandered through imaginary universes looking for something that would give them hope.

Before the last bell that would dismiss the year sounded, the abbot turned his gaze to heaven, begging for a divine sign to end that pandemic. A faint little light appeared in the distance and slowly became more visible as he approached the square. A picosatellite the size of the abbot's book of hours slowed until it was within inches of the stunned abbot. Addressing him in ancient Latin, the voice of the picosatellite told him that inside it was carrying the offering that, coming from heaven, would end the pandemic. It continued saying that like happened with the miracle of the loaves and fishes, that the holy water that all people should drink, would multiply so that everyone could survive.

The abbot, believing that it was a Luciferian temptation, plucked up his courage and dealt an accurate blow, disabling the artifact, which ended up crashing to the ground.

And that is how that unfortunate act, after making that piosatellite travel to the past bearing vaccines , did not prevent that twelfth-century pandemic from wiping out more than half of humanity.

 

Golpe fatal

Una, dos, tres… El reloj de la torre empezó a dar las campanadas que despedían el año. La inusual imagen de la plaza  medieval vacía y pobremente iluminada por cuatro pequeñas antorchas, dejaba un rastro de desánimo en las almas que, secuestradas por la pandemia, deambulaban por universos imaginarios buscando algo que les devolviera la esperanza.

Antes de que sonara la última campanada que despediría el año, el abad dirigió  su mirada al cielo rogando una señal divina que acabara con aquella pandemia. Una débil lucecita apareció a lo lejos y lentamente se fue haciendo más visible a medida que se acercaba a la plaza. Un picosatélite  del tamaño del libro de horas del abad fue reduciendo su velocidad hasta situarse a unos centímetros del atónito abad. Dirigiéndose a él en latín antiguo, la voz del picosatélite le dijo que en su interior transportaba la ofrenda que, procedente del cielo, acabaría con la pandemia. Que como el milagro de los panes y los peces, que el agua bendita que deberían beber todas las personas, se multiplicaría para que todos pudieran sobrevivir.

El abad, creyendo que se trataba de una tentación de lucifer, se armó de valor y le asestó un certero golpe inutilizando al artefacto que acabó estrellándose contra el suelo.

Y así fue como aquel desafortunado acto, después de hacer viajar al pasado a aquel piosatélite, no evitó que aquella pandemia del siglo XII acabara con más de la mitad de la humanidad.