Monday, February 12, 2018

The Dawn of the Last Day - El alba del último día

The dawn of the last day

She was living in Paris and was an expert in biochemical processes related to behavior and thought. She had gone out into the street alone with a handbag and an umbrella. She didn't know she was starting a journey from which she couldn't return. A journey that would take her to strange places, accompanied by strange beings.
She was on his way to work when a heavy rainfall hit buildings and passersby. The water curtain prevented her from seeing someone approaching and pulling heavily on her arm. Suddenly she saw herself inside a car, and its thoughtlessness strangers were hooded men. The next thing she remembered when she woke up was the deafening noise of an engine. She thought she was on the inside of a plane. It was not. Her captors had retained her in one of the rooms of a textile factory. They came looking for her and blindfolded her. They got into a car and were driving for more than 12 hours. Her fellow travellers spoke among them, but she could not identify the language. Perhaps from former Yugoslavia? She was very tired and fatigue made her sleepy.
She woke up in a hospital. Her head ached and the pain was spreading to her face as well. Her eyes slowly began to see clearly the faces of the people who were around her bed who looked at her with attention. Everyone had a peculiarity. They showed a scar on their faces, on the left chin, that was spreading through behind the ear until it reached the neck to the height base of the skull.
She instinctively tried to take herself her hand to her face and discovered that straps were holding her hands and feet to bed. Then, one of those people said to him in a perfect French:
“Darling. As you've guessed, you also have this scar on your face. But don't worry, you've become part of an elite, future human beings with implants that interact among them and with our brain and keeps us in constant communication. We are the world's best experts everyone in his/her knowledge field.”
She burst into tears, and the sobs gave way to a deep and heartbreaking cry.
Many years have passed, and his thought said to him:' Every day is the same day. And during all these years I have not been able to escape from this cursed island, populated by beings devoid of the slightest emotion. They keep our brains calculating relentlessly and have turned us into machines.
But now I'm contemplating the dawn of the last day here. I have a plan to escape and I will not let anyone stop me from getting my freedom back.
And she fell into oblivion of her past. A forgetfulness she'd always remember.



El alba del último día

Vivía en París y era una experta en procesos bioquímicos relacionados con la conducta y el pensamiento. Había salido a la calle solo con un bolso de mano y un paraguas. No sabía que estaba iniciando un viaje del que no podría regresar. Un viaje que le llevaría a lugares extraños, acompañada de seres extraños.
Se dirigía al trabajo cuando una tromba de agua cayó sobre edificios y transeúntes. La cortina de agua le impidió ver que alguien se acercaba y tiraba fuertemente de su brazo. Se encontró en el interior de un coche, y sus desconsiderados desconocidos iban encapuchados. Lo siguiente que recordó cuando despertó  fue el ruido ensordecedor de un motor. Creyó que estaba en el interior de un avión. No había sido así. Sus captores la habían recluido en una de las salas de una fábrica textil. Vinieron a buscarla y le vendaron los ojos. Subieron a un coche y durante más de doce horas estuvieron en la carretera. Sus compañeros de viaje hablaban, pero no sabía identificar el idioma. ¿Tal vez de países de la antigua Yugoslavia? Estaba muy cansada y el agotamiento pudo con sus esfuerzos por no dormirse.
Se despertó en un hospital. Le dolía la cabeza y el dolor se extendía también a la cara. Lentamente empezó a distinguir los rostros de las personas que alrededor de la cama le miraban con atención. Todos tenían una peculiaridad. Mostraban en su rostro una cicatriz en el mentón izquierdo y que se perdía detrás de la oreja hasta llegar a la altura de la base del cráneo.
Instintivamente intentó llevarse la mano a la cara y descubrió que unas correas sujetaban sus manos y pies a la cama. Entonces, una de aquellas personas le dijo en un perfecto francés:
-Querida. Como has intuido, tú también tienes esta cicatriz en la cara. Pero no te preocupes, has entrado a formar parte de una élite, de los futuros seres humanos con implantes de que interactúa con nuestro cerebro y nos mantiene en constante comunicación. Somos los mejores expertos del mundo en nuestro campo.
Rompió a llorar, y los sollozos dieron paso a un llanto profundo y desgarrador.
Han transcurrido muchos años, y su pensamiento le decía: ‘Todos los días son el mismo día. Y durante todos estos años no he podido escapar de esta maldita isla, poblada por seres desprovistos de la más mínima emoción. Mantienen nuestros cerebros calculando sin descanso y nos han convertido en máquinas. “Pero ahora estoy contemplando el alba del último día aquí. Tengo un plan para escapar y no voy a permitir que nadie me impida recuperar mi libertad”.

Y se sumió en el olvido de su pasado. Un olvido que siempre recordaría.