Piedad
Imploró piedad, pero no obtuvo respuesta. Había caído al
suelo, desarmado, y el cruzado se disponía a seccionar su garganta con una
espada cuyo puño llevaba incrustadas piedras de color esmeralda. También pudo
ver la angustia en el rostro del cruzado, su mano temblorosa y la decisión de
acabar con su vida.
Con la intensidad que precede al momento de entregarse a la
muerte, imaginó otras vidas, otros destinos, pero tuvo la certeza de que había llenado
su vida con lo mejor. Nada podría ser comparable a la experiencia de su
existencia.
El cruzado blandió su espada y lo que parecía que para el
condenado iba a ser un instante, se convirtió en una fugaz peregrinación por
todas las etapas de su vida. Pero un episodio brillaba entre todos ellos.
Alysha. Pensó en Alysha y dos lágrimas subieron a sus ojos. Nada importaba ya
excepto Alysha. Ese era el verdadero sacrificio. Lejos quedaba la idea de
conquistar Jerusalén, de expulsar a los
infieles de los lugares santos, de rezar en la mezquita. Vivir, morir y volver
a vivir. Qué regalo sería volver a vivir y conocer de nuevo a Alysha, y recorrer
la vida con ella de nuevo.
Un certero golpe acabó con su vida y Alysha, en algún lugar
de Damasco, supo que había ocurrido…
Piety
He begged
for pity, but he got no answer. He had fallen to the ground, unarmed, and the
Crusader was about to cut his throat with a sword whose fist was embedded with
emerald stones. He could also see the anguish in the crusader's face, his
trembling hand and the decision to end his life.
With the
intensity that precede the moment of surrendering to death, he imagined other
lives, other destinations, but he was sure that he had filled his life with the
best moments. Nothing could be comparable to the experience of its existence.
The Crusader wielded his sword, and what seemed to be an instant, for the condemned
man it became a fleeting pilgrimage through all stages of his life. But one
episode shone through them all. Alysha. He thought of Alysha and two tears came
to his eyes. Nothing mattered except Alysha. That was the real sacrifice. Far
was the idea of conquering Jerusalem, of expelling the infidels from the holy
places, of praying in the mosque. To live, to die and to return to live. What a
gift would be to relive and meet Alysha again, and go through life with her
again!
A sure hit
of the sword put the end to his life and Alysha, somewhere in Damascus, knew
that it had happened ...
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