Thursday, August 31, 2017

Agujeros en el tiempo - Time Holes

Agujeros en el tiempo

Acabo de obtener el título en antropología cultural. La Universidad de Nueva York me brindó la oportunidad de hacerlo al concederme una beca por mis buenos resultados en el equipo de baloncesto.
Llego en vuelo directo desde Nueva York. El aeropuerto Valek situado al noreste de la ciudad de Norilsk está desierto y la nieve y el cielo cubierto son la eterna panorámica en estas latitudes.
Decidí viajar a Norilsk para conocer a mis padres biológicos. Nacieron en la pequeña aldea de Kayerkan, situada a veinte kilómetros al oeste de esta ciudad. Para poder comunicarme con ellos, mis padres me hicieron aprender ruso. No he tenido la oportunidad de conocerlos. Hasta hace unos años recibía sus cartas, pero sorprendentemente dejaron de escribirme. Mis padres adoptivos siempre me han hablado de ellos. De los recuerdos que tienen de cuando fueron a buscarme. De cómo lloraba mi madre y de lo triste que estaba mi padre.
Utilizo el transporte público. Actualmente Kayerkan ha sido absorbida por Norilsk. El autobús me ha dejado en el centro de Kayerkan. Me dirijo a la dirección de la casa que figuraba en los remites de las cartas. Llamo a la puerta y nadie responde. Pregunto a los vecinos y me comentan que hace años que abandonaron la casa. Deambulo por las calles, estoy perdido. Se me ocurre preguntar en una comisaría.
-Tus padres abandonaron Kayerkan hace tres años y se dirigieron a Moscú. No tenían a nadie y solicitaron una ayuda al gobierno, que les concedió la estancia en una residencia para personas mayores en Moscú. Pero podemos facilitarle la llave de su casa. Todo está como cuando ellos vivían en ella.
Introduzco la llave en la cerradura. Un aroma agradable llega desde la cocina. Hay unas escaleras a la izquierda, a la derecha un pequeño recibidor. Me cuesta mucho invadir esta atmósfera. Al fondo del pasillo se ve la cocina. Avanzo despacio. Entro en la cocina.
-Hola hijo. Qué alegría de verte. Hemos estados esperando tu visita. ¡Te hemos echado tanto de menos!
Una anciana sentada en la mesa, con una sonrisa de agradecimiento y una mirada dulce hace el ademán de levantarse. Todo es tan real que pienso que la policía está equivocada y que ellos están aquí.
Sin decir nada, pero con la emoción en los ojos y un nudo en la garganta, la abracé. La estuve abrazando durante mucho tiempo.
Desde las habitaciones de arriba se oye una voz.
-Lena, ¿quién ha venido?
-Tu hijo.
-Es tu padre. Está arriba. ¡Tiene tantas ganas de verte!
Un hombre muy mayor, derrotado por el tiempo, ocupa el umbral de la puerta. Con ojos llorosos se acerca despacio. Me abraza y rompe a llorar.
Después de un buen rato en el que disfrutamos contándonos nuestras vidas, fui a la comisaría a aclarar la situación.
Cuando les comenté que mis padres estaban allí, ellos me dijeron:
-No es posible. La casa está abandonada desde hace años.
Un policía me acompañó y cuando abrimos la puerta, un olor a humedad invadía la oscura estancia. El suelo de madera, carcomido, crujía bajo nuestros pies y las ventanas cerradas apenas permitían ver, al fondo, la cocina.
Después de aquella experiencia supe que mis padres habían muerto a poco tiempo de llegar a la residencia, solos.




Time Holes

I just got the degree in cultural anthropology. The University of New York gave me the opportunity to do so by awarding me a scholarship for my good results on the basketball team.
I arrive on direct flights from New York. The airport located in the city of Norilsk is deserted and the snow and the sky covered are the eternal panorama in these latitudes.
I decided to travel to Norilsk to meet my biological parents. They were born in the small village of Kayerkan, located twenty kilometers west of this city. In order to communicate with them, my parents made me learn Russian. I have not had a chance to meet them. Until a few years ago I received their letters, but surprisingly they stopped writing to me. My adoptive parents have always told me about them. Of the memories they have of when they went to search me. How my mother cried and how sad my father was.
I use public transport. Currently Kayerkan has been absorbed by Norilsk. The bus has left me in the center of Kayerkan. I go to the address of the house written on the back of the letter envelope. I knock on the door and no one answers. I ask the neighbors and they tell me that years ago they left the house. I wander the streets, I'm lost. It occurs to me to ask at a police station.
"Your parents left Kayerkan three years ago and headed to Moscow. They were alone and asked for help from the government, which granted them the stay in a residence for seniors in Moscow. But we can give you the key to their house. The house is as when they lived in it.”
I insert the key into the lock. A pleasant aroma comes from the kitchen. There are stairs to the left, to the right a small hall. I have a hard time invading this atmosphere. At the end of the corridor I can see the kitchen. I move slowly. I go into the kitchen.
"Hello son. What a joy to see you. We have been waiting for your visit. We've missed you so much!”
An old woman sitting at the table with a smile of thanks and a sweet look makes the gesture of getting up. Everything is so real that I think the police are wrong and that they are here.
Without saying anything, but with the emotion in my eyes and a lump in my throat, I hug her. I've been hugging her for a long time.
I hear a voice coming from upstairs rooms.
"Lena, who has come?"
"Your son."
"He is your father. He's upstairs. He is so eager to see you!"
A very old man, defeated by time, occupies the threshold of the door. With watery eyes he's slowly approaching. He hugs me and breaks down to tears.
After a long time in which we enjoyed talking about our lives, I went to the police station to clarify the situation.
When I told them that my parents were there, they told me:
“It's not possible. The house has been abandoned for years.”
A policeman accompanied me, and when I opened the door, a musty odor invaded the dark room. The wood floor, rotten, creaked beneath our feet, and the closed windows only hardly allowed us to see the dark kitchen to the background.
After that experience I was told that my parents had died shortly after arriving at the residence, and they were alone.

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