Monday, February 29, 2016

Sufrimiento

Hace ya dos semanas que abandoné mi país. Nunca pensé que mi vida podría cambiar de esta manera. Ahora no tengo a nadie ni tengo nada. Anoche, después de sufrir lo indecible conseguimos llegar a Viena. La policía nos dirigió a un centro en el que hemos podido recuperar fuerzas, y esta mañana un funcionario nos ha informado de la posibilidad de solicitar asilo.
Mis recuerdos me atormentan. Mi querida Alepo, donde viví mi niñez, feliz con mis padres y mis hermanos. Alepo, ciudad en la que me enamoré de una mujer que era el centro de mi vida, y que ya no está. La Universidad, en la que viví unos años intensos y unas experiencias apasionantes, bombardeada ahora por este suicidio colectivo de mi amado pueblo,
¿Dónde podré rehacer mi vida? ¿ Donde podré descansar?

Sunday, February 28, 2016

The walk

I had gone for a walk. It was a beautiful autumn afternoon and German shepherd puppy showed very cheerful and playful. When we reached a clearing, the dog stopped as if something or someone had put on guard. Moments later, a groan was heard and then a muffled cry.
My shock was tremendous when behind some bushes I found a baby wrapped in a shawl on a wicker basket. Thinking that maybe her mother was hiding nearby and watch the scene, I tucked her in my arms the baby and wandered around trying to find it.
At a time of the search, the dog stopped again and began barking hard looking in one direction. Nearby, on the floor, she lays a young half-naked woman. She seemed unconscious. Let the baby on the floor and tried to find a pulse on her wrist. She was dead.
After thirty years, that child is married and has two children who call me grandfather. I have never said that he is not my son.

El paseo

Había salido a pasear. Era una preciosa tarde de otoño y el cachorro de pastor alemán se mostraba muy alegre y juguetón. Cuando llegamos a un claro del bosque, el perro se detuvo  como si algo o alguien lo hubiera puesto en guardia. Instantes después, se oyó un gemido  y a continuación un llanto sordo.
Mi sobresalto fue mayúsculo cuando detrás de unos matorrales descubrí a un bebé envuelto en una toquilla sobre una cesta de mimbre. Pensando que su madre tal vez estuviera ocultándose cerca y contemplara la escena, arropé entre mis brazos al bebé y deambulé por los alrededores tratando de encontrarla.
En un momento de la búsqueda, el perro volvió a detenerse y empezó a ladrar con fuerza mirando en una dirección.  Cerca de allí, en el suelo, yacía una joven mujer medio desnuda. Parecía inconsciente. Deje al bebé en el suelo y traté de encontrar el pulso en su muñeca. Estaba muerta.
Después de treinta años, ese niño está casado y tiene dos hijos que me llaman abuelo. Nunca le he dicho que no es mi hijo.