Thursday, December 7, 2017

Cockroaches . Cucarachas

Cockroaches

He slipped into the white sheets envelope with his brain full of cockroaches, toads and snakes. It was the consequence of the bad life he led. However, as he entered the envelope he slipped gently into a slow, warm and amiably sonorous universe until he fell asleep. It was the place with no place, it was time without time. The cockroaches turned into chrysalis and then into luminous butterflies of infinite colors. The toads in fabulous beings that gave him self-confidence, and the snakes turned into blue dragons, capable of taking him to the furthest away from the galaxy in the blink of an eye.
Sometimes, throughout the day, when someone tried to inoculate cockroaches into his brain, he would remember that state and try to explain why it happened, so that he could experience it during the vigil. He never found out. What he observed some time later was that this state began to manifest itself during the hours of twilight shyly, and grew and grew until it occupied all the time when he was awake. Except in his dreams. There were worse than the worst reality. Sometimes, when he woke up, he discovered that his nightmares were the compendium of all the evils of humanity. It was as if the transformation he experienced during the vigil had its counterpart in the world of dreams. So, the days and nights passed, and he slept less and less, until he stopped sleeping, and so ended his nightmares. Nor could he ever return to the reality world of cockroaches. He stayed in his infinite universe and amiably sonorous forever.



Cucarachas

Se metió en el sobre de las sábanas blancas con su cerebro repleto de cucarachas, sapos y culebras. Era la consecuencia de la maña vida que arrastraba. Sin embargo al entrar en el sobre se deslizaba suavemente hacia un universo lento, cálido y amablemente sonoro, hasta que se dormía. Era el lugar sin lugar, era el tiempo sin tiempo. Las cucarachas se convertían en crisálidas y luego en unas mariposas luminosas de infinitos colores. Los sapos en seres fabulosos que le infundían confianza en él mismo, y las culebras se tornaban en dragones azules, capaces de llevarlo al lugar más alejado de la galaxia en un abrir y cerrar de ojos.
A veces, a lo largo del día, cuando alguien trataba de inocular cucarachas en su cerebro, recordaba aquel estado y trataba de explicarse por qué ocurría, para poder experimentarlo durante la vigilia. Nunca lo descubrió. Lo que observó algún tiempo después fue que ese estado empezó a manifestarse durante las horas del crepúsculo tímidamente, y fue creciendo y creciendo hasta ocupar todo el tiempo. Excepto sus sueños. Peores que la peor realidad, cuando en ocasiones se despertaba, descubría que sus pesadillas eran el compendio de todos los males de la humanidad. Era como si la transformación que experimentaba durante la vigilia tuviera su contrapartida en el mundo de los sueños. Así que, transcurrieron los días y las noches, y dormía menos y menos, hasta que dejó de dormir, y así terminó con sus pesadillas. Tampoco pudo nunca volver a la realidad de las cucarachas. Se quedó en su universo infinito y amablemente sonoro para siempre.

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