El traductor (I)
Nadie puede imaginar que, viviendo actualmente en el año 3 214
de la era cristiana, todavía existan profesiones como la mía. Mi trabajo es una
mezcla de intuición y ciencia. Soy arqueólogo. Y como también se trata de una
actividad no exenta de sorpresas, nunca pensé que me iba a encontrar con un
hallazgo de magnitudes bíblicas.
En una de mis visitas de trabajo a Jerusalén, un amigo
palestino me indicó que en una zona aislada de la ciudad habían empezado a
hacer excavaciones. Habían proyectado construir lo que iba a ser un complejo de
investigación con diez plantas bajo el suelo. A cincuenta metros de profundidad,
inesperadamente se encontraron con un asentamiento de la edad del cobre.
Con sumo cuidado fueron extrayendo los objetos que
encontraban, y en el tercer estrato aparecieron cuatro cuerpos momificados, dos
hombres y dos mujeres. ¿Cuerpos momificados en los años cuatro mil antes de
Cristo en estas latitudes? No parecía posible. Como experto en el tema, pero
extranjero, solicité un permiso al gobierno palestino-israelí para poder tener
acceso a estudiar las momias.
La primera momia que decidimos analizar era un hombre. Cuando
conseguimos dejar al desnudo su cuerpo, en sus manos descansaban sendas cajas
de un material extraño, irreconocible por los expertos pero muy parecido a la peribita,
descubierta en Marte alrededor del año 3 000 y cuyo nombre hace referencia a ‘desaparecer’
(en latín ‘peribit’). Este material tiene la característica de que cuando se le
hace vibrar a determinada frecuencia, sus átomos se acercan unos a otros,
desapareciendo el espacio vacío entre ellos y por tanto, desapareciendo también
a efectos de los sentidos como la vista o el tacto.
Pensando que este material pudiera reaccionar como la
peribita, se le aplicaron diferentes frecuencias de vibración y
afortunadamente, cuando se llegó a un valor de 90 teravibraciones, el material
desapareció dejando al descubierto el contenido de las cajas.
Continuará…
The translator (I)
No one can
imagine that, currently living in the year 3 214 of the Christian era, there
are still professions such as mine. My work is a mixture of intuition and
science. I'm an archaeologist. And as it is also an activity that is not
without surprises, I never thought that I would find a finding of biblical
magnitudes.
In one of
my work visits to Jerusalem, a Palestinian friend told me that in an isolated
area of the city they had begun to make excavations. They had planned to build
what was to be a research complex with ten floors below ground. At fifty meters
deep, they unexpectedly encountered a settlement of the copper age.
They
carefully extracted the objects they found, and in the third layer appeared
four mummified bodies, two men and two women. Bodies mummied nearly the four
thousand years before Christ in these latitudes? It did not seem possible. As
an expert on the subject, but a foreigner, I applied for a permit from the
Palestinian-Israeli government to have access to study the mummies.
The first
mummy we decided to analyze was a man. When we managed to leave the body naked,
in their hands rested boxes of a strange material, unrecognizable by the
experts but very similar to the "peribite", discovered on Mars around
the year 3000 and whose name refers to 'disappear' (in Latin “peribit”). This
material has the characteristic that when it is vibrate to certain frequency,
its atoms approach each other, disappearing the empty space between them and
therefore, also disappearing for the senses like the sight or the touch.
Thinking
that this material could react as the peribite, different frequencies of
vibration were applied and, fortunately, when a value of 90 teravibrations was
reached, the material disappeared revealing the boxes contents.
To be
continued ...
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