El petauro del azúcar
Estaba en el hospital. Me ingresaron después de una semana
de tener una fiebre alta. Esa noche, tarde, cuando todo estaba en silencio,
salí al pasillo. Necesitaba dejar la habitación, aunque fuera por un momento.
Me extrañó mucho que el gotero que me habían puesto para dosificar la administración
de paracetamol en vena, ya no colgaba de mi brazo. Además, no llevaba mi
pijama, sino que iba vestido con la ropa con la que ingresé en el hospital.
Cuando me acercaba a la zona de los ascensores oí una especie
de ronroneo seguido de algo parecido a un corto ladrido, y ese sonido me
sobresaltó. Las únicas luces que iluminaban la estancia eran las de emergencia.
Intenté saber de dónde procedía el extraño sonido. A medida que me acercaba al
ascensor, la intensidad del ronroneo aumentaba. Abrí el ascensor, débilmente
iluminado y desde el suelo un par de ojos enormes me observaban.
Estaba en una de las esquinas del ascensor. Todo ojos. Así lo
llamaría, Todo ojos. Nunca había visto nada parecido. Una cola enorme, un
cuerpecito del tamaño de un hámster y una cara expectante.
Han pasado diez años. Yo no recuerdo cuando abandoné el hospital,
pero Todo ojos me cuida y me hace recordar que durante todos estos años no he
estado solo.
The sugar
glider
I was in
the hospital. I was admitted after a week of having a high fever. That evening,
when everything was quiet, I went out into the hall. I needed to leave the
room, even for a moment. I was very surprised that the dropper that they put on
me to administer acetaminophen into the vein was no longer hanging from my arm.
Besides, I did not wear my pajamas, but I was dressed in the same clothes I
wore when I was admitted in the hospital.
As I
approached the elevator area I heard a sort of purr followed by something like
a short barking, and that sound startled me. The only lights that illuminated
the room were those of emergency. I tried to know where the strange sound came
from. As I approached the elevator, the intensity of the purring increased. I
opened the elevator, dimly lit and from the ground a pair of huge eyes were
watching me.
It was in
one of the corners of the elevator. It was all eyes. I would call it so,
"All eyes". I had never seen anything like it. A huge tail, a body
size like a hamster and an expectant face.
Ten years
have passed. I do not remember when I left the hospital, but "All
eyes" takes care of me and reminds me that during all these years I have
not been alone.
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