Tuesday, September 26, 2017

El petauro del azúcar The sugar glider

El petauro del azúcar

Estaba en el hospital. Me ingresaron después de una semana de tener una fiebre alta. Esa noche, tarde, cuando todo estaba en silencio, salí al pasillo. Necesitaba dejar la habitación, aunque fuera por un momento. Me extrañó mucho que el gotero que me habían puesto para dosificar la administración de paracetamol en vena, ya no colgaba de mi brazo. Además, no llevaba mi pijama, sino que iba vestido con la ropa con la que ingresé en el hospital.
Cuando me acercaba a la zona de los ascensores oí una especie de ronroneo seguido de algo parecido a un corto ladrido, y ese sonido me sobresaltó. Las únicas luces que iluminaban la estancia eran las de emergencia. Intenté saber de dónde procedía el extraño sonido. A medida que me acercaba al ascensor, la intensidad del ronroneo aumentaba. Abrí el ascensor, débilmente iluminado y desde el suelo un par de ojos enormes me observaban.
Estaba en una de las esquinas del ascensor. Todo ojos. Así lo llamaría, Todo ojos. Nunca había visto nada parecido. Una cola enorme, un cuerpecito del tamaño de un hámster y una cara expectante.
Han pasado diez años. Yo no recuerdo cuando abandoné el hospital, pero Todo ojos me cuida y me hace recordar que durante todos estos años no he estado solo.







The sugar glider

I was in the hospital. I was admitted after a week of having a high fever. That evening, when everything was quiet, I went out into the hall. I needed to leave the room, even for a moment. I was very surprised that the dropper that they put on me to administer acetaminophen into the vein was no longer hanging from my arm. Besides, I did not wear my pajamas, but I was dressed in the same clothes I wore when I was admitted in the hospital.
As I approached the elevator area I heard a sort of purr followed by something like a short barking, and that sound startled me. The only lights that illuminated the room were those of emergency. I tried to know where the strange sound came from. As I approached the elevator, the intensity of the purring increased. I opened the elevator, dimly lit and from the ground a pair of huge eyes were watching me.
It was in one of the corners of the elevator. It was all eyes. I would call it so, "All eyes". I had never seen anything like it. A huge tail, a body size like a hamster and an expectant face.

Ten years have passed. I do not remember when I left the hospital, but "All eyes" takes care of me and reminds me that during all these years I have not been alone.

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