The Magic in Things (2)
The admissions rate at Stanford University was one percent at the time and I was very proud to be a member of that privileged club of chosen to learn in their classrooms. My trip from Mars to Stanford was very comfortable. The means of passenger transport, far from resembling the aircraft of the 21st century, have evolved in their shape, size and means of propulsion. Applying the technique of space-time curvature of the theory of relativity and making use of space-time micro-loops, points of space very far apart, they can practically touch thanks to the curvature of space. Thus, the space-time properties contribute to making the trips more comfortable and faster.
At the hotel where I was staying, I met a really peculiar sophomore. Although practically all known languages, such as Spanish, English, German or French had ceased to exist, and communication was established with a logical-computational system, he was an expert not only speaking and writing those languages, but he knew the perfection another twenty and he had barely turned eighteen. He had not yet traveled to Mars and yet he perfectly described his orography and incredible details of the colonies that had been established there since 2116.
La magia en las cosas (2)
La tasa de admisiones en la Universidad de Stanford era por
aquel entonces del uno por ciento y yo estaba muy orgulloso de pertenecer a ese
club privilegiado de elegidos para aprender en sus aulas. Mi viaje desde Marte
a Stanford fue muy cómodo. Los medios de transporte de pasajeros, lejos de
parecerse a las aeronaves del siglo XXI, han evolucionado en su forma, tamaño y
medios de propulsión. Aplicando la técnica de la curvatura espacio-tiempo de la
teoría de la relatividad y haciendo uso de los micro-bucles espacio-temporales,
puntos del espacio muy alejados entre sí, pueden prácticamente tocarse gracias
a la curvatura del espacio. De modo que las propiedades espacio-temporales
contribuyen a hacer los viajes más cómodos y rápidos.
En el hotel donde me hospedaba conocí a un estudiante de
segundo año realmente peculiar. Aunque prácticamente todos los idiomas
conocidos, como el español, inglés, alemán o francés habían dejado de existir, y
la comunicación se establecía con un sistema lógico-computacional, él era un
experto no sólo hablando y escribiendo esos idiomas, sino que conocía a la
perfección otros veinte y apenas había cumplido dieciocho años. Aún no había
viajado a Marte y sin embargo describía a la perfección su orografía y detalles
increíbles de las colonias que se habían establecido allí desde el año 2116.
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