Other Futures
On a trip to India, specifically to the Gujarat region where I sponsor a child, I was invited to his initiation ceremony into adulthood. I was traveling alone. Although my wife offered to accompany me, I discouraged her because I thought it could be a tiring and uncomfortable trip for her. After a while, I would regret that decision. When I arrived at the Indira Gandhi airport, someone was waiting for me carrying a sign with my name. The taxi driver drove through the streets of New Delhi until he reached a dimly lit suburb. It surprised me that someone would hire a taxi to take me to my sponsored child's home, especially because of the precarious situation in which his family lived.
Everything around me made me feel a strange sensation. His father came out to meet me and we greeted each other. He invited me into his house where there was hardly any furniture or where to sit. But there, a Sikh attired in his finery awaited. He got up and bowed to me. That attitude put me on guard. I greeted him and he welcomed me on behalf of the Congregation of the Illuminated.
The next day, I accompanied the family to the ceremony site. During the celebration I had the feeling that I was being watched by someone. There I was introduced to a guru as one of the twelve enlightened ones on Earth. I couldn't believe what was happening. Apparently, and according to the Sikh who received me at my sponsored's home, I had special powers that the guru would take care of bringing to light.
After the ceremony was over, the guru respectfully approached and asked me to follow him. I did so and we entered a room lit by two torches. At that moment I began to miss my wife.
The guru turned to me and explained that I was not there by chance. The fact that I had chosen my sponsored person was due to a plan conceived thousands of years ago and of which I was never aware. He confessed to me the powers that had been granted to me. He taught me that in the enlightened there are several mental states in which it is possible, among other things, to communicate with matter, with beings of the animal kingdom and with those of the vegetable kingdom. A moment later I began to perceive crackling sounds that were turning into words. The cut flowers that had been placed on a vasar were dying and through their crackling sound they asked me for help.
I was in amazement when the guru in a muffled voice told me that I would never be able to return home. My wife's voice sounded distant and desperate, begging me to come back.
Otros futuros
En un viaje a la lndia, concretamente a la región de Gujarat donde apadrino un niño, fui invitado a la ceremonia de su iniciación a la edad adulta. Viajaba solo. Aunque mi mujer se ofreció a acompañarme, la disuadí porque me pareció que podía ser un viaje cansado y lleno de incomodidades para ella. Después de arrepentiría de aquella decisión. Cuando llegué al aeropuerto Indira Gandhi me esperaba alguien portando un cartel con mi nombre. El taxista condujo por las calles de Nueva Delhi hasta llegar a un barrio en las afueras pobremente iluminado. Me extrañó que alguien contratara un taxi para llevarme al domicilio de mi apadrinado, sobre todo por la precariedad de la situación en la que vivía su familia.
Todo lo que me rodeaba me hacía sentir una extraña sensación. Salió a recibirme su padre y nos saludamos. Me invitó a entrar en su casa en la que apenas había muebles ni dónde sentarse. Pero allí, esperaba un sij ataviado con sus mejores galas. Se levantó y me hizo una reverencia. Aquella actitud me puso en guardia. Lo saludé y me dio la bienvenida en nombre de la Congregación de los Iluminados.
Al día siguiente, aompañé a la familia al lugar de la ceremonia. Durante la celebración tenía la sensación de que era observado por alguien. Allí fui presentado a un gurú como uno de los doce iluminados de la Tierra. Yo no podía creer lo que estaba pasando. Al parecer, y según el sij que me recibió en la casa de mi apadrinado, tenía unas capacidades especiales que el gurú se encargaría de sacar a la luz.
Una vez concluida la ceremonia, el gurú se acercó respetuosamente y me pidió que le siguiera. Así lo hice y entramos en una sala iluminada por dos antorchas. En ese momento empecé a echar de menos a mi esposa.
El gurú se dirigió a mí y me explicó que no estaba allí por casualidad. El hecho de que yo hubiera elegido a mi apadrinado obedecía a un plan concebido hacía miles de años y del que yo nunca fui consciente. Me confesó los poderes que se me habían otorgado. Me enseñó que en los iluminados existen varios estados mentales en los que es posible, entre otras cosas, comunicarse con la materia, con los seres del reino animal y con los del reino vegetal. Un instante después comencé a percibir unos sonidos crepitantes que se iban transformando en palabras. Las flores cortadas que habían colocado sobre un vasar, se estaban muriendo y a través de sus crepitaciones me pedían ayuda.
No salía de mi asombro cuando el gurú con voz apagada me dijo que nunca podría volver a casa. La voz de mi esposa sonaba distante y desesperada, rogándome que volviera.